Hace muchísimos años, el milano tenía otro tipo de voz, una voz muy penetrante. Un día escuchó a un caballo relinchar, y admirando su sonido, lo quiso imitar. Pero a pesar de todos sus intentos, nunca pudo imitar la voz del caballo y además perdió su propia voz. Y así, se quedó el milano sin su voz y sin la voz del caballo.
Moraleja de la fábula de Esopo: El milano que quería relinchar
Nunca intentes imitar las cualidades de los demás, tienes que estar preparado para hacerlo, sino lo estás puedes quedar como un envidioso.