Un día un joven le robó un libro a un compañero de su clase y cuando llegó a su casa se lo enseño a su madre. Ella no lo regaño, ni lo castigo, sino que lo animó a que lo hiciera de nuevo. A la mañana siguiente, el nuevamente robó, esta vez un abrigo y se lo llevó a su madre quien nuevamente lo alabó.
El joven creció, y cada vez robaba cosas de más valor hasta que un día lo descubrieron y se lo llevaron esposado para su ejecución pública.
Su madre entre la multitud agonizaba de tristeza y al verla el ladrón dijo:
– Deseo decirle una cosa a mi madre
Ella acerco su oído a él para poder escucharlo, y él rápidamente le mordió la oreja, arrancándosela. Su madre lo miro horrorizada, y él le dijo:
– Si tú me hubieras castigado cuando robe por primera vez, nunca hubiera llegado a esto, a ser condenado a una muerte tan deshonrosa.
Moraleja de la fábula de Esopo: El ladrón y su madre.
Los padres deben corregir los errores de sus hijos desde la infancia por más leves que sean.