Había un perro que estaba acostumbrado a morder sin ninguna razón.
Su amo le puso una campanilla para advertir a la gente que estaba cerca de ellos. Y el perro, con su campanilla sonando, se fue hacia la plaza para presumir de su campanilla. Una perra sabia, ya mayor por los años le dijo:
– ¿De qué presumes? Sabemos que no llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino para prevenirnos de tu maldad oculta.
Moraleja de la fábula de Esopo: El perro con campanilla
Cuando se halagan así mismo los fanfarrones, sólo enseñan sus mayores defectos.