Pasaba un lobo por un campo de cebada, pero como no era comida de su agrado, lo dejó y siguió su camino. Al rato encontró a un caballo y se lo llevó al campo, contándole la gran cantidad de cebada que había encontrado, y que en vez de comérsela él, mejor se la dejaba porque le agradaba oír el ruido de sus dientes al masticar. El caballo le replicó:
– ¡Amigo, si a los lobos les gustará la cebada, no hubieras preferido complacer tus oídos sino tu estómago!
Moraleja de la fábula de Esopo: El lobo y el caballo
Al malvado que parezca que actúa como alguien bueno, no hay que creerle.